Continuando con esta
serie de reflexiones que vengo compartiendo con los lectores de nuestra
publicación en torno al tema de la “defensa
personal”, queda por abordar el ¿Cuánto entrenamos? Antes de adentrarnos en pormenores, recordemos
que el entrenamiento se compone de tres variables
fundamentales: volumen, intensidad y frecuencia. Como apunté al
inicio de esta sucesión de breves artículos, la cuestión que ahora planteo es
de fácil respuesta por cuanto que se trata de responder a la frecuencia, un
aspecto mensurable, algo no subjetivo ni valorativo si no cuantificable en
términos numéricos ¿cuánto tiempo dedico a entrenar aspectos estrictamente
vinculados con la defensa personal o directamente aplicables en el combate
cuerpo a cuerpo?
Sabemos que a través del entrenamiento logramos
el aprendizaje motor a la par que una la
adaptación fisiológica de nuestro organismo por el efecto acumulativo que en él
provoca este estimulo. En consecuencia,
podemos discernir que en una etapa inicial o de formación básica el volumen de
entrenamiento es el parámetro fundamental. En una segunda fase, o periodo de
consolidación, la carga del entrenamiento puede relajarse en sus indicadores
cuantitativos y poner énfasis en la intensidad. Cuando se ha alcanzado un buen
nivel, basta con un menor número de entrenamientos para conservar la habilidad
ya adquirida.
Aunque el planteamiento es simple y los números son
fríos y no engañan, en su aparente sencillez puede ocultarse una evidencia
mayor: el número de horas que necesito entrenar para alcanzar un nivel de
rendimiento aceptable es inversamente proporcional a la habilidad innata de
cada sujeto, a sus antecedentes y experiencias previas personales.
La frecuencia del entrenamiento se relativiza cuando
se trata de desarrollar una actividad de mantenimiento de unas cualidades que
ya forman parte de forma de actuación como movimientos reflejos.
En preparación física se suele decir que durante una
semana:
- 2 sesiones son el doble de buenas que una.
- 3 sesiones son el doble de buenas de dos.
- 4 sesiones son lo recomendable.
- 5 sesiones son más que suficiente.
- 6 sesiones son peor que cinco.
- 7 sesiones no garantizan el éxito, pero si la saturación.
Cuando un mismo estimulo es reiterativo, puede dejar
de ser un reactivo y no lograr su propósito sino el contrario
Corresponde al entrenador valorar a su pupilo de forma
personal y determinar en qué etapa se encuentra, para actuar en consecuencia a sus objetivos
regulando los factores de volumen, intensidad y frecuencia