miércoles, 2 de octubre de 2013

Recuperando sensaciones


Después del periodo vacacional veraniego, en muchos casos excesivo, es imperativo recuperar la forma física como paso previo a retomar las rutinas de los entrenamientos y antes de poner el énfasis en los aspectos cualitativos de los gestos. Esto debe ser así porque la condición física es la base sobre la que se sustentan unas buenas prestaciones tanto en los aspectos técnico como táctico. Pero, además, una adecuada condición física trasciende a la simple capacidad de mejorar nuestro rendimiento deportivo.
Un buen estado de forma física confiere a su portador “un estado dinámico de energía y vitalidad que le permite  llevar a cabo las tareas habituales de la vida cotidiana de manera óptima y sin una fatiga excesiva, a la vez que  le predisponen a  disfrutar del tiempo de ocio de una manera activa. Esto es muy importante cuando la inmensa mayoría de los practicantes no tiene entre sus pretensiones el alto rendimiento, sino más bien realizar una actividad físico-deportiva que le reporte alcanzar un estado de salud y bienestar personal satisfactorio.


Como sabemos, la condición física está determinada por  elementos de tipo anatómico, fisiológico y nervioso y motores. Cada una de nuestras habilidades y destrezas motrices está supeditada  en mayor o menor grado  por estos elementos de los que depende la realización de un trabajo con la mayor eficacia y el menor esfuerzo posible. Es en el ámbito motor donde focalizamos nuestra intervención con el propósito de recuperar, mantener  y/o mejorar la forma física a través de ejercicios que inciden en el desarrollo de las cualidades físicas básicas, es decir: resistencia, fuerza, velocidad y flexibilidad.


Es frecuente que los deportistas busquen la mejora de estas cualidades mediante la realización de carrera continua, o trabajo con pesas, por ejemplo. Eso está muy bien, pero yo me inclino más por un plan de trabajo fundamentado en practicar movimientos, gestos  y acciones específicas  directamente transferibles al campo técnico, pero ejecutados de forma que repercutan de forma notoria  en el progreso de nuestras capacidades, Nos fijaremos como meta un trabajo de intensidad  baja o moderada y, a la vez, continuo, sin altibajos y progresivo. Nuestra meta no es recuperar la forma física en el menor plazo posible, sino hacerlo de una forma razonable, sana y  amena.

 
En las clases colectivas para adultos predomina la heterogeneidad: edades diversas, distintos puntos de partida, diferentes niveles de exigencia, antecedentes variados, objetivos dispares… En mi opinión, y desde mi experiencia, debe ser el propio individuo el responsable de autorregularse y dosificar su esfuerzo ajustándolo a la percepción de su repuesta orgánica en cada momento. En lenguaje sencillo, debe ir valorando las sensaciones que el trabajo provoca en su cuerpo intensificando o disminuyendo la carga de trabajo y su frecuencia para que sea ajustada. A los entrenadores nos corresponde la supervisión y el consejo. La continuidad hará el resto.