Por Antonio Mora Alcolao
- Enfermero de Atención Primaria
- Instructor de Soporte Vital Básico y Avanzado de la Sociedad Española de Medicina de Urgencias y Emergencias y de la American Heart Association
- Enfermero del Comité Técnico de Árbitros de la Federación de Fútbol de Castilla-La Mancha
- Cinturón Negro 3ª Dan Karate. Monitor RFEK y DA
Se tiene conocimiento de fallecimientos fulminantes relacionados con actividad física, desde el año 490 a.C. cuando el soldado griego Pheidippides murió al llegar a Atenas, después de haber corrido desde Maratón hasta la capital griega (aproximadamente 42 km) para comunicar a sus compatriotas el devenir de la guerra contra los persas.
Lamentablemente, este suceso luctuoso retoma vigencia en el mundo del deporte después de los últimos y noticiables casos conocidos recientemente. Hemos pedido a nuestro amigo Antonio Mora, que nos aportará su experimentada opinión sobre este fenómeno.
Muerte súbita se define como el cese brusco, repentino e inesperado de la actividad cardíaca, a cualquier hora del día, estando en reposo o realizando alguna actividad.
En España se producen unas 25.000 paradas cardíacas anuales susceptibles de reanimación, lo que representa un número de víctimas equivalente al que se produciría si cada 5 días se originara un accidente de un Boeing 747 en el que murieran todos sus ocupantes.
Prácticamente el 90% de las muertes súbitas en adultos están ocasionadas por un trastorno eléctrico del corazón denominado fibrilación ventricular (F.V.). Este trastorno se caracteriza por una actividad cardíaca caótica que impide una contracción eficaz. El corazón realiza movimientos similares a un "saco lleno de gusanos", lo que impide bombear sangre con normalidad.
El único tratamiento eficaz para la F.V. es la desfibrilación, que consiste en una descarga eléctrica de corriente contínua a una determinada energía, que se aplica en el torax del paciente con un aparato denominado desfibrilador.
La aparición de la F.V. No siempre se correlaciona con una afectación grave del corazón, de forma que puede presentarse, por ejemplo, en los primeros minutos de evolución de un pequeño infarto agudo de miocardio, o en un ligero trastorno arritmógeno, por lo que con frecuencia se trata de "corazones demasiado sanos para morir".
El porcentaje de éxito en tratar una muerte súbita con el desfibrilador depende sobre todo del tiempo que pasa desde que se produce la parada cardíaca hasta que se aplica la descarga y si previamente se han realizado maniobras de reanimación cardiopulmonar (RCP) por un testigo. Así, por cada minuto que pasa sin haber desfibrilado se reduce en un 3-5% la probabilidad de éxito si al paciente se le ha administrado RCP y hasta un 10% si no se le ha aplicado. Los mejores resultados se obtienen dentro de los primeros 90 segundos, y hasta los 5 minutos suelen ser satisfactorios. Por eso se debe concienciar a la población en general y a los organismos públicos y privados en particular (Ayuntamientos, clubes deportivos, federaciones deportivas, patronatos deportivos....) a formar a sus monitores y entrenadores deportivos en técnicas de RCP y uso del desfibrilador externo automático (DEA), así como disponer de uno cerca de la superficie de la práctica deportiva. Existen cursos específicos para la población no sanitaria con una duración entre 8 y 10 horas con certificación internacional.
La muerte súbita durante la práctica deportiva produce un gran impacto familiar, social y deportivo, resultando los reconocimientos sanitarios a veces ineficaces para su prevención. Cuando ocurre una desgracia de este tipo de nuevo surgen las preguntas: ¿Cuál ha sido la causa?, ¿Se podría haber evitado esta muerte?, ¿El deporte es malo para la salud?
El Dr. Calabuig Nogués, director del Departamento de Cardiología de la Clínica Universitaria de Navarra hace una distinción entre las edades de los deportistas. Los clasifica en dos grupos, uno menor de 35 años y otro mayor de 35 años, siendo las causas en uno y otro muy distintas.
La causa más frecuente de muerte súbita practicando deporte en el grupo menor de 35 años, incluyendo a niños y adolescentes según las necropsias realizadas son: Malformaciones congénitas del corazón (90%), algún tipo de miocardiopatía (7%), origen eléctrico, es decir arritmias (2%), y un 1% por otras causas como fármacos. Como vemos las causas más frecuentes son alteraciones con las que han nacido y que si son importantes, son descubiertas durante la lactancia o años posteriores. Otras alteraciones son más difíciles de detectar con las exploraciones convencionales y se darán a conocer cuando se someta el corazón a un ejercicio intenso. Por eso, los deportistas que se dediquen a la competición desde jóvenes deben ser sometidos a una exploración cardiológica lo más completa posible.
En el grupo de mayores de 35 años las causas de muerte súbita son: Lesiones en las arterias coronarias causantes de cardiopatía isquémica aguda (infarto, arritmia...90%), miocardiopatía (7%), estenosis aórtica severa (2%), alteraciones eléctricas (0.5%) y drogas o fármacos (0.5%). Las lesiones en las arterias coronarias suelen estar ya presentes en edades tempranas de la vida (14- 16 años). Estos conocimientos nos lleva a recomendar la necesidad de una revisión cardiológica y de pruebas complementarias. Si el deporte al que se va a dedicar el indivíduo es más profesional se deberá incluir las siguientes pruebas: Una buena historia clínica, analítica, electrocardiograma, radiografía de torax, prueba de esfuerzo y ecocardiograma.
El grupo de mayor riesgo son los varones que con 35 años o más se inician en la práctica deportiva estimulados por mensajes de que el deporte es salud y para perder algún kilo. Se lanzan a ciegas partiendo de cero. Si ya es un riesgo hacerlo de esta forma, mucho más lo es si es fumador, es hipertenso y no lo sabe, tiene el colesterol alto, es diabético mal controlado, etc. Lo correcto es valorar si el corazón está sano para someterlo a un determinado esfuerzo. Para ello habrá que realizarle una buena historia clínica, revisión y control de los factores de riesgo, exploración cardiológica, analítica, electrocardiograma, radiografía de torax, prueba de esfuerzo con capacidad funcional aeróbica y ecocardiograma.
Concluiré diciendo que el ejercicio físico es aconsejable a cualquier edad siempre que se personalice y se haga un control adecuado del deportista y que el ejercicio físico no desencadena ninguna muerte súbita si el corazón está sano, aunque debemos recordar que hay entre un 2-3% de gente que muere súbitamente sin poder determinar la causa real de esa muerte.
Malagón (Ciudad Real), Noviembre 2007