domingo, 2 de enero de 2011

La Guardia en las Artes Marciales

Por Carlos Delgado Velasco.



Introducción.



A lo largo del tiempo que he dedicado a la práctica del karate he observado que nunca se ha presentado ante mí un estudio o una didáctica sistemática en lo que se refiere a la guardia de combate, contrariamente a la amplitud y sofisticación del conjunto de técnicas de ataque y defensa que configuran este sistema de combate. Excepción hecha de las posiciones de inicio de los katas (kamae), que en muchos casos se reducen a la posición heiko-dachi, o variantes de la misma, y cuyo significado puede tener, en ocasiones, más simbolismo que utilidad práctica, apenas se dedica tiempo ni análisis durante las clases para definir posibles formas de adoptar una guardia conveniente y ventajosa, tanto durante el preludio, como durante el desarrollo del combate.

Las consideraciones que se van a exponer a continuación respecto del karate, así como sobre otros sistemas de combate tienen un carácter de generalidad y de opinión personal, basadas en la propia y limitada experiencia, y en la observación de quien suscribe, no pretendiendo, en modo alguno, ni sentar cátedra, ni agotar el tema, ni descender al nivel de análisis de casos particulares, cada uno de los cuales presentará, lógicamente, peculiaridades derivadas de la preparación, aptitudes físicas y mentalidad del practicante, por mucho que se pretenda englobarlo en alguna categoría más amplia.



La guardia.


Si nos atenemos exclusivamente a los aspectos físicos de la práctica de un arte marcial o deporte de combate, podríamos definir la guardia como la postura o disposición que adoptan el cuerpo del luchador, y las diversas partes que lo componen, como paso previo al inicio de las acciones ofensivas y/o defensivas que conforman el combate propiamente dicho, o bien en el espacio que media entre dos intervalos en que se ejecuten éstas, y supuesto que el luchador es consciente de la situación en que se encuentra. Durante la ejecución de las técnicas de ataque o defensa podrá o no mantenerse parcialmente esa actitud, dependiendo de lo que realice el individuo, y de su habilidad corporal.


Junto con lo anterior, y saltando ya a otro plano de la práctica, debe existir también una actitud mental de vigilancia y apercibimiento para la lucha, entendida no en el sentido de fijación en el adversario, sino más bien de vacío y receptividad hacia las acciones exteriores.


En general, cualquier sistema de combate desarrollado y estructurado dispone, de forma más o menos estandarizada, de una o varias posiciones de guardia que se consideran previas al inicio de las acciones técnicas entre los luchadores, sin perjuicio, como se ha comentado, de que puedan mantenerse en parte durante la ejecución de las últimas. Incluso en el caso de una contienda entre peleadores sin un entrenamiento específico, es común el que se adopte en los instantes preliminares o durante el combate alguna actitud corporal de este tipo, más o menos elaborada, y que muchas veces se encuentra condicionada, casi involuntariamente, por las experiencias anteriores de las que se haya sido protagonista u observador (otro tanto podría decirse sobre el repertorio de técnicas ofensivas o defensivas que se vaya a utilizar).

Finalidad de la guardia.

Evidentemente, si pretendemos que la guardia tenga algún significado dentro del bagaje de conocimientos y habilidades del practicante de un arte marcial o deporte de combate, será preciso definir los objetivos que se persiguen con ella, así como los elementos que deben ser tenidos en cuenta en relación con la misma, y las situaciones a las que deberá aplicarse.

Desde una perspectiva lo más general posible, y sin ánimo de establecer ninguna limitación previa sobre el número de contendientes, las técnicas a utilizar, la posibilidad de actuar a mano vacía o con armas, o los condicionantes que puedan derivarse del terreno o entorno en que se produce el enfrentamiento, cabe señalar que la posición de guardia empleada debería intentar satisfacer las siguientes premisas:

 


• Proteger las partes más vulnerables de nuestra anatomía.
• Ofrecer el menor blanco posible a los ataques del adversario, y dificultar al máximo la ejecución o el éxito de sus técnicas.
• Mantener un grado de estabilidad adecuado.
• Facilitar la aplicación de las técnicas propias, tanto en ataque como en defensa.
• Permitir la cómoda realización de desplazamientos y movimientos generales del cuerpo, incluyendo fintas y esquivas en el sitio.
• Evitar tensiones y desgastes de energía innecesarios.




La posición de guardia en el karate.


Por lo general, durante las prácticas del kihon, o de las diversas variantes de kumite preestablecido (ippon, sambon, gohon...), es común adoptar una postura que, si no es el heiko-dachi al que se hacía alusión en el primer apartado de este escrito, suele concretarse en una posición adelantada tipo zenkutsu-dachi o similar, el tronco y la cabeza erguidos, y con los brazos dispuestos, el correspondiente a la pierna adelantada ante el pecho, con el codo flexionado, y el correspondiente a la pierna atrasada pegado al cuerpo, bien a la altura de la cadera, recordando el hikite, o bien cubriendo el vientre o el plexo solar. En esta postura, los puños suelen estar cerrados, aunque no es atípico el que una o las dos manos puedan quedar abiertas, preferentemente la del brazo adelantado; cuando esto sucede, dicho brazo acostumbra a quedar bastante más estirado de lo que estaría a puños cerrados, recordando en alguna forma las técnicas de chequeo que existen en ciertos sistemas del chuan-fa o del kenpo.

Esta misma forma de inicio, con un brazo adelantado y su mano abierta, y el miembro contrario colocado en hikite, pero asumiendo una posición de piernas tipo heiko-dachi, es común dentro del entrenamiento del kihon.

Junto con las anteriores, la posición que seguramente es más conocida y ortodoxa es la consistente en adoptar la posición de pies zenkutsu dachi, efectuando con el brazo correspondiente a la pierna adelantada un bloqueo gedan-barai, con el brazo contrario en hikite, y el tronco erguido y girado por las caderas para que se presente de forma oblicua al frente (hanmi).


Imagen del desaparecido Maestro Kase en uno de sus personales y característicos kamae

Si pasamos a observar las tácticas que se siguen dentro de las formas de kumite libre (tipo shiai o ju), tal y como pueden verse en las competiciones deportivas o las prácticas entre condiscípulos, la forma habitual es mantener la guardia en posición adelantada, con una colocación de los brazos que puede ser variable, dentro de los patrones descritos con anterioridad. Evidentemente, y dado el dinamismo que es inherente a este tipo de trabajo, así como la experiencia e inclinaciones de los propios contendientes, es lógico que aparezcan cambios durante el combate, o bien que se adopten posturas de brazos o piernas cuyo objetivo, más que el de asumir una guardia que satisfaga los requerimientos antes expuestos, sea el de provocar el engaño o el descuido en el adversario.



La guardia en otros sistemas de combate.

Aunque mi experiencia en otros sistemas de combate es limitada, y no sería prudente pretender dar una visión exacta y detallada de los mismos, expondré a continuación las ideas que entiendo se derivan de algunos de ellos en relación a la materia que nos ocupa.
  • Boxeo inglés y sistemas pugilísticos afines:
El boxeo inglés, tal como se practica hoy en día, es un deporte de combate, en el sentido de que está enfocado a la disputa de un encuentro entre dos contendientes, reglamentado en cuanto a las acciones permitidas, el equipo de protecciones a usar, y el número y duración de los asaltos. No obstante lo anterior, que marca evidentes diferencias con lo que sería una lucha sin reglas, debe recordarse que, dentro de sus limitaciones, en el boxeo siempre se ha partido de la base de que existe contacto pleno en las técnicas (contrariamente al concepto de control que impera en las competiciones de karate tipo W.K.F.), con la consiguiente posibilidad de que se produzca el fuera de combate por efecto de los golpes. Todo esto es aplicable a otros sistemas pugilísticos, tales como el full contact, el savate, el kick boxing o el muay thai.






* Taekwondo:




A nivel básico, las técnicas de este sistema coreano son muy similares a las del karate japonés, si bien la concepción del entrenamiento y del combate presenta claras diferencias respecto del segundo, ya que el taekwondo enfatiza en el uso de las técnicas de pierna (incluyendo los saltos), así como la rapidez en los desplazamientos. Evidentemente, un combate que se centre en tales aspectos se desarrollará fundamentalmente sobre distancias largas, de pateo, por lo que los ataques de brazos se limitan frecuentemente a las situaciones en que se rompe la distancia entre los luchadores.

Comúnmente, al inicio del combate se suele adoptar una guardia de brazos en la que ambos miembros se encuentran flexionados a la altura del pecho, con los puños aproximadamente al nivel de los hombros, aunque sin la solidez y protección que serían propias de una buena guardia pugilística; las piernas se encuentran abiertas en la posición ap-sogui, básica en el sistema, más corta y alta que la zenkutsu-dachi. Sin embargo, es habitual que a lo largo del combate se llegue a abandonar por completo cualquier actitud de guardia con los brazos, por las razones expuestas con anterioridad sobre el abanico técnico generalmente usado.



* Judo:



El enfoque hacia el combate deportivo en el judo, así como su especialización casi total en técnicas de proyección, control y estrangulación, en detrimento de los atemis, hace que el combate se desarrolle en distancia corta, y previo agarre entre los oponentes, por lo cual no existe el concepto de distancia (ma-ai) y guardia frente a los golpes que aparece en los sistemas considerados duros.



Las maniobras y preparaciones antes de entrar en el agarre se limitan, cuando aparecen, a intentar asir al adversario de la manera más adecuada para ejecutar las técnicas, o a bloquear o eludir los intentos que el contrario realice en este sentido. Respecto de las piernas, sí que hay que hacer mención al hecho de que, siendo la proyección casi siempre el primer objetivo a conseguir, debe buscarse especialmente la estabilidad en la posición, así como la colocación más favorable para atacar al adversario.



* Kenpo:



Los estilos que pueden agruparse bajo la denominación de kenpo (incluyan o no esta palabra en su nombre) tienen en común una importante herencia técnica de las artes marciales chinas, junto con interpretaciones e influencias propias de los lugares en donde se han ido formando, japonesas en el caso del Shorinji-kempo, y hawaianas o polinésicas en todos o casi todos los restantes casos.



El uso de los miembros superiores para el ataque y la defensa está ampliamente desarrollado en estos sistemas, por lo que existen diferentes posiciones de guardia, algunas de ellas de marcado carácter simbólico, como hiken, mute u ogamite que pueden verse dentro del Kosho-ryu kenpo del maestro James M. Mitose.



A la hora del combate, es frecuente que sus practicantes adopten posturas similares a las descritas para el taekwondo o el karate, con los puños cerrados, así como otras con las manos abiertas en actitud de chequeo, elemento éste muy característico de estos sistemas; en tales casos, una de las manos suele mantenerse a la altura del pecho u hombros, mientras que la otra queda más baja, a la altura del vientre. Las piernas pueden estar en la posición denominada "medio arco y flecha", parecida a la descrita para el boxeo inglés, aunque algo más baja, sin llegar a tener la rigidez de la zenkutsu-dachi.



Junto a las anteriores, existen otras más rebuscadas, tanto en la colocación de brazos, como de piernas, que suelen ser similares a las usadas en determinados estilos del boxeo chino (chuan fa o, impropiamente, kung fu), también presentes en el karate, y que reproducen actitudes propias de animales, las cuales son tan comunes en las escuelas chinas.



Mención aparte merecen determinadas teorías, entre ellas la de la línea central, que aparece en sistemas como el Wing Tsun kuen, en la que se pretende que, tanto la guardia como las técnicas defensivas, cubran permanentemente una línea vertical y centrada en el cuerpo humano, sobre la que se sitúan los puntos más vulnerables.