sábado, 15 de enero de 2011

LOS GRADOS EN LAS ARTES MARCIALES

Javier Fernández-Bravo

Maestro y practicante de artes marciales

Director Técnico CDE Shotokan-Ciudad Real



Introducción

Hay situaciones en las que resulta inevitable que surja la pregunta Y tú, ¿qué cinturón tienes? Hay cierta conciencia popular de que la pericia del artista marcial esta marcada por el color del cinturón con el que se ajusta la chaqueta y que el matiz cromático, del blanco al negro, está en relación directa con esta misma pericia. Este asunto, el de la significación de los grados en las artes marciales (como supongo que en otros órdenes de la vida donde se establezca una jerarquía), no está exento de controversia.

El origen de la polémica

Es poco conocido que el uso de los cinturones para denotar rango fue utilizado por los diferentes departamentos de Educación Física dentro del sistema escolar japonés, sobre todo para los nadadores, y que éste es un aspecto relativamente reciente en la práctica de las Artes Marciales y, aunque ya la Ryu Shinnoshindo utilizaba la escala de colores, en el siglo XVIII; no obstante,
el uso sistemático del cinturón de color para indicar nivel fue introducido por Jigoro Kano, fundador del Judo, que concedió el primer cinturón negro para indicar un rango Dan a dos de sus estudiantes más aventajados (Shiro Saigo y Tsunejiro Tomita) en 1883.Sin embargo, no fue sino hasta el año 1900, después de la introducción del judogi, que se amplió el método de cinturones de color para la adjudicación de categoría. Aunque no fue Kano el inventor del sistema de graduaciones Dan, sino Honinbo Dosaku (1645-1702) un gran maestro poseedor del Meijin, el título tradicional más alto.



En Okinawa, cuna del Karate, no había originalmente un sistema de graduación. La gente no era promovida a otro cinturón por aprender un nuevo kata o exhibir ningún nivel de la aptitud técnica.  Nadie recibía un certificado que confirmaba su nivel de habilidad. De hecho, incluso no usaban un uniforme determinado.



Cuando G. Funakoshi llevó el karate a Japón desde Okinawa, adoptó el sistema de graduación basado en los danes y la escala de colores diseñado por Jigoro Kano. Asimismo, se decidió a utilizar el mismo uniforme. Inicialmente, los colores representativos del nivel eran: blanco, marrón y negro.

Por lo que ha trascendido, en ese tiempo, Funakoshi ostentaba el nivel del cinturón negro quinto dan. No existe la seguridad de si él recibió ese reconocimiento de una autoridad exterior o si simplemente él se lo autoconcedió "motu propio" o por recomendación del mismo Kano. Pero ese no es el tema, ya que su mérito no radica en su graduación sino la gesta de la que fue pionero.

Como es sabido, los más diversos métodos de lucha y deportes de combate, más tarde adoptaron este mismo modelo o alguna variación del mismo para denotar rango, incluso aquellas modalidades surgidas fuera de los límites del país del Sol Naciente, paulatinamente han ido acogiendo, con más o menos matices (por ejemplo, utilizando fajas de color en lugar de cinturones), el sistema nipón de grados. Inclusive las artes que tradicionalmente no habían formalizado una estructura jerárquica. No obstante, hemos de señalar que este tipo de clasificación es menos común en las artes cuyo origen no es oriental.

Asimismo, no podemos obviar que en determinadas artes marciales como iaidō, kendō o jōdō, no se exhibe ningún elemento externo identificativo del grado.

Los sistemas de grados

En Japón, los sistemas de graduación no son exclusivos de las artes marciales. Los japoneses se muestran estar muy interesados en la "certificación". Una persona puede recibir un diploma de grado en cosas tales como arreglos florales (ikebana) o caligrafía china (shodo).

Ocurre, además, que éste es otro aspecto no exento de polémica por cuanto que no existe un sistema de graduación aceptado universalmente. Las organizaciones de mayor prestigio han desarrollado sus propios sistemas de progresión junto con sus propios requisitos para el otorgamiento del grado. Es decir, los grados de las distintas artes marciales, aunque se denominen igual, no son homologables entre sí, como tampoco lo son dentro de un mismo arte marcial ya que los criterios para la evaluación y promoción de los practicantes no son únicos y varían de una organización a otra.

De hecho, hay otros métodos japoneses de estimación del rango marcial, en particular, en la mayoría de las antiguas escuelas de artes marciales o koryu, aun se utiliza el sistema basado en los certificados o títulos otorgados equivalentes al menkyo kaiden. Este sistema tradicional cercioraba la transmisión de los secretos del arte a los discípulos y comprende las clasificaciones siguientes:


  • Shoden: transmisión inicial, lo que se traslada para comenzar.
  • Chuden: transmisión media, que asegura que la mitad del camino ha sido recorrido.
  • Okuden: transmisión profunda de las enseñanzas esenciales, como el sentido oculto, es decir okugi, higi.
  • Menkyo Kaiden: certificado y título de aquel a quien todos los secretos han sido transmitidos sin reservas.

Takeda Sokaku, líder de la Daito Ryu, junto a Hisa Takuma que exhibe su Menkyo Kaiden,

(Osaka 1939)







Entre los seguidores del sistema de budo japonés moderno, se produce un cierto nivel de consenso en utilizar un determinado color del cinturón para representar un cierto nivel. La regla general es cuanto más oscuro es el color del cinturón, más alto es el nivel del practicante. De este modo, se establece un escalafón dividido en dos parts: kyu levels or ranks and dan levels or ranks each grupos: kyu niveles o grados y dan niveles o grados.

Los niveles Kyu o Mudansha representan las etapas de aprendizaje y formación básica cuyo otorgamiento queda bajo la responsabilidad de cada maestro en el seno de su propio Dojo y viene a ser representado por un amplio abanico de colores. 

Algunos de los más comúnmente usados hoy, de acuerdo con el método europeo de Judo ideado por Kawaishi Mikonosuke a mediados del pasado siglo, incluyen blanco, amarillo, anaranjado, verde, azul, púrpura, marrón y negro. Fue el maestro francés Roland Hernaez, alumno de Judo del propio Kawaishi, quien más tarde concebiría la conveniencia de crear los cinturones bi-colores para las categorías infantiles y fue tal la aceptación de esta propuesta que pronto fue adoptada en la generalidad de las artes marciales.

Los grados Dan o Yudansha Dan or Yudansha represent the higher levels of training representan los niveles más altos de formación,
which are often called black belt levels.que a menudo se denomina cinturón negro, y suelen ir desde el 1º hasta el 10º dan. Tomando en cuenta de manera global las capacidades técnicas, la experiencia y los servicios prestados a la disciplina.

Encontramos aquí un nuevo punto de confrontación, ya que, refiriéndonos a un mismo arte marcial, muchas organizaciones utilizan un sistema de nueve grados de cinturón negro para los adultos, aunque la mayoría de las asociaciones utilizan un escalafón de diez danes para  el cinturón negro. Sin embargo, hay algunas asociaciones que utilizan solamente un sistema de graduación de cinco danes. Por lo que ¿podríamos afirmar que el 5º dan de una organización es equivalente al 9º o al 10º de las otras?

Pero aquí no acaba la polémica. Dependiendo de la estrategia y política de las organizaciones podemos encontrar que las hay que todos los grados dan utilizan cinturón negro, pero en no pocas, y no precisamente de las menos tradicionales, a partir del 6º dan se utiliza un cinturón de franjas roji-blancas y desde el 9º el cinturón puede ser rojo, oro e incluso blanco.


En nuestros días, las federaciones deportivas, otorgan sus grados a nivel nacional. Sin embargo, lo normal es que cada escuela, federación, organización o jefe de escuela distribuya sus propios grados entre sus alumnos y los afiliados de esa organización. También es muy frecuente el caso de practicantes que han recibido la certificación en una misma disciplina por más de una asociación.



Al igual que los peldaños de una escalera, los grados dan deben ser franqueados uno por uno con una franca voluntad de progreso.



Simbolismo del Cinturón


Una idea arraigada en relación con la tradición de los cinturones indica que el principiante inicia su formación con un cinturón blanco, que paulatinamente adquiere un tono pardo y finalmente se convierte en negro por la acumulación de años de sudor, suciedad y sangre.



En apoyo de esta idea, en las escuelas de artes marciales se dan instrucciones al alumno de que el cinturón no deben lavarse; hacerlo sería "lavar el conocimiento" o "eliminar su esencia".



No podemos obviar que las artes marciales orientales son parte del acerbo cultural de estos países y que, por lo tanto, están inequívocamente impregnadas por sus creencias filosóficas y religiosas en las que nada queda al azar. Cada acto, cada gesto, está cargado de simbolismo. En este sentido, la vida, el camino, se representa como un círculo, en el que todo vuelve al punto inicial "Al final el gastado Cinturón Negro estará nuevamente convertido en Cinturón Blanco, símbolo de retorno al origen". Esta idea entronca con el principio budista del "ying-yang"


Un aspecto que debe llamarnos la atención es que el simbolismo que se atribuye a los colores en Occidente no guarda paralelismo con Oriente, cuna del bujutsu. Por lo tanto, ya que fue un japonés el ideólogo del sistema de colores Kyu, cualquier intento de extrapolar este significado a nuestra cultura me parece baldío. Sin embargo, por la belleza que encuentro en estas palabras, quiero incluir aquí un fragmento del artículo "En el Camino de la Luz", de Alvaro Bustamante.







"El centro del Sol es Blanco…
Al expandir su luz hacia el infinito
el rayo de Sol se observa amarillo…
Y luego Naranja… después Azul… a medida que alumbra más lejos se torna Verde… Morado… Café…
Hasta llegar finalmente al Negro en donde se confunde con la oscuridad de la noche…"


Valor del grado



Bruce Lee, dijo que los cinturones sólo le servían para atarse los pantalones. Y, a juicio de muchos, no le faltaba razón.



En contraste con el arquetipo de "cinturón negro como maestro", un cinturón negro comúnmente indica que el usuario es competente y ha alcanzado un cierto dominio de la técnica básica y sus principios, cualesquiera que sea el estilo que práctica. Un estudiante 1º Dan tiene una buena comprensión de conceptos y fundamento de su arte y su capacidad de usarlos, pero aún no ha perfeccionado sus habilidades.



Muchos ven el cinturón negro como meta y, por tanto, el fin para el aprendizaje y la formación. Reaching Shodan is the beginning of knowledge, the Pero en realidad, el Shodan, el primer nivel de cinturón negro, es sólo la llave de una puerta por la que se accede a una escalera al final de la cual se haya el verdadero conocimiento.

El grado, en mi opinión, tiene diferentes valoraciones:

  • Valor institucional:   Un documento dice que alguien debe ser reconocido.
  • Valor social:    Reconocimiento que la gente atribuye a un cierto grado.
  • Valor personal:   El que el individuo le atribuye internamente y que depende de su propio ego. 
Aspectos estos relacionados con tres atributos de la personalidad humana: "ser", "tener" y "saber"



Debemos tener siempre presentes las palabras de Funakoshi Sensei:



"Cuando un hombre de Tao recibe su primer dan, inclinará su cabeza agradecido. Al recibir su segundo dan, inclinará su cabeza y sus hombros. Al recibir su tercer dan, se inclinará hasta su cintura y se irá caminando calladamente a lo largo de alguna pared para que la gente no lo vea y no se den cuenta de él"


En general, los niveles más bajos se otorgan sobre una base de conocimientos y habilidad física. Cuanto más alto sea el rango dan, se presupone mayor preparación, dominio técnico y capacitación docente. Habitualmente, los grados son atribuidos en función de los tres puntos siguientes:

- técnica y realización

- personalidad

- lo que el practicante consagra de vuelta a su arte.


Grados oficiales y grados no oficiales



Hayamos aquí un nuevo elemento para el debate. Las asociaciones, organizaciones, federaciones, o como quieran llamarse, no son exactamente ONGs entregadas a la causa de la promoción universal de su modalidad deportiva. Estos organismos obedecen a intereses personales, comerciales, políticos y de la más diversa índole. El grado y la capacidad para otorgarlos representan frecuentemente un mecanismo de lucha por este poder dentro del ámbito de las artes marciales y de la propia organización. Casualmente, los dirigentes suelen detentar los más altos grados, como si a su capacidad para gestionar la organización tuviera su reflejo en preparación técnica. A poco que reflexionemos sobre las artes marciales y su naturaleza empírica llegamos a la conclusión de que el concepto de "grados oficiales", es una solemne estupidez por cuanto que nivel de pericia, de conocimiento, de dedicación a una causa de una persona pudiera clasificarse en las categorías de "oficial" y "no oficial". Hay gente buena, mala y, sobre todo, regular en todas partes. Y todos conocemos ejemplos de lo uno y de lo otro.


A la derecha Robert A. Trias, fundador de la USKA, a la izquierda la Certificación y autorización como Soke y Cinturón Negro 10º Dan de Karate


Con este documento, escrito a máquina y en papel corriente, el norteamericano Trias se convertía en el primer karateka no japonés en alcanzar el grado de décimo dan, contando con el reconocimiento de alguno de los más importantes maestros de la época, ya que su certificación aparece firmada por Makoto Gima (10 Dan), Takazawa Masanao (9 Dan), Tsunetoshi Ogura (9 Dan), T. Young (Hanshi), Suzuki Masfumi (10 Dan), Uehara (10 Dan), Sifu Yu Chi Chan (Hsing Yi) y Masao Yamazaki (9 Dan).

El grado como propósito.



Como hemos visto, los grados no son un elemento exclusivo de las artes marciales, sino que el modelo de organización jerárquica está presente en múltiples facetas de la vida, desde el propio clan familiar hasta la jefatura del estado. De forma más explícita, y en lo que a nosotros nos atañe, en el binomio enseñanza-aprendizaje.



La formación, reglada o no, en cualquier disciplina o ciencia, atraviesa por una serie de escalones conocidos como cursos, niveles, etapas, etc. que vienen a regular la vida académica y se presentan como metas que debemos superar hasta alcanzar un fin principal. Debemos considerar el grado no como intención última, sino como la referencia y el reconocimiento a la superación de ciertas etapas que el practicante recorre en su camino por las artes marciales. De este modo, cada uno de estos grados adquiere así un doble propósito: confirmar la superación de una fase del aprendizaje y servir de estimulo para perseverar en la práctica. Por lo tanto, podemos convenir que el grado en las artes marciales es tanto objetivo como herramienta de instrucción.



De otro lado, las personas somos narcisistas. Nos gusta y buscamos el reconocimiento de los demás, y la ostentación de un grado, cuanto más alto mejor, es un elemento que sirve para alimentar nuestra vanidad. Creando un juego de palabras, hace tiempo que mi amigo Juanjo Espadas y yo acuñamos la que convenimos en llamar "tesis de las tres D", según la cual la existencia del artista marcial parece orientarse a alcanzar "Don, Din y Dan" o lo que es lo mismo: "ser un señor, ganar dinero y alcanzar prestigio", y, como tantas veces, el fin justifica lo medios.



Otorgamiento del grado.

Comúnmente existen dos vías para acceder a un nuevo grado: el examen y el reconocimiento de méritos. En un primer momento podríamos considerar que la vía de examen es más justa y que el mejor método para evaluar al aspirante. Pero basta haber formado parte de estos tribunales u observado el desarrollo de estas pruebas para afirmar que ni los jueces del tribunal son siempre imparciales ni los criterios de evaluación son lo ecuánimes y equitativos que habría de esperarse. Cuántos esfuerzos se ven futrados por un momento de nervios ante un tribunal generalmente desconocido, con gustos y preferencias singulares.

Es más, cuando el caso lo requiere se configuran tribunales "ad hoc" a la medida de según que aspirantes.





Se puede ponderar la calidad de los gestos técnicos pero no otros aspectos igualmente exigibles a un artista marcial como son el esfuerzo, el tesón y la constancia, la superación de las dificultades, el valor, el arrojo, el coraje.



De otro lado, podríamos entonces considerar la vía del reconocimiento de méritos como más ajustada, pero estos méritos son valorados por una comisión que no siempre responde a planteamientos estrictamente de calidad técnica o mérito del aspirante, sino de conveniencia política.



Si aún no lo está, convénzase amigo mío, la rosa es siempre más pura que el jardinero.

Volviendo a los requerimientos. Es verdad que hay diferencias de calidad y contenido en los grados otorgados por distintas organizaciones, estilos o escuelas. Pero no es menos cierto que esta diferencia también es evidente entre cinturones negros, miembros de una misma escuela u organización. Al fin y al cabo todos los seres humanos somos distintos. Y resulta totalmente imposible que todos alcancemos los mismos niveles de ejecución y/o manifestación del arte, simplemente diferenciación de nuestras cualidades físicas y psíquicas.

En relación con los puntos anteriormente expuestos, debemos necesariamente reflexionar sobre la existencia de objetividad por parte de quien en algún momento podamos detentar la capacidad para otorgar estos grados. Yo me aventuro a afirmar que no.

Tanto en los exámenes como en el reconocimiento de méritos los jueces parten de ciertas premisas respecto al examinando: de quién es alumno; lo conozco o es un perfecto desconocido para mí; mi relación anterior con él/ella ha sido grata o me ha creado aversión; me han hablado favorablemente del aspirante; su promoción puede reportarme algún tipo de beneficio o perjudicarme; y, así, un largo etcétera.



Por lo que cabría preguntarse ¿quién está capacitado para otorgar un grado? y ¿a quién?

No pocos expertos defienden que sean los Maestros directos de cada línea quienes califiquen a sus propios estudiantes, ya que quién mejor sino ellos podrán valorar y hacer honor a los esfuerzos, tiempo, dedicación, constancia, características o cualidades que envuelven a cada uno de sus alumnos.

Un sistema estandarizado para un mundo global



Como he aludido en alguno de los puntos anteriores, la práctica de las artes marciales experimentó un proceso de universalización irreversible durante el pasado siglo. Esta expansión ha requerido de la aceptación mayoritaria y de un sistema de grados, homologable o al menos equiparable internacionalmente. El modelo adoptado ha sido el del budo japonés, aunque cada federación u organización nacional, en el uso de su autonomía ha establecido sus propios requerimientos técnicos y administrativos.



Con algunas variantes, el sistema de graduación para los diferentes niveles de cinturón sería muy aproximado al que aparece en la tabla siguiente:



En cuanto a los grados de categoría infantil, nuestra asociación establece los siguientes requisitos:


  • Formación ordinaria: asistencia regular a clase (en horas)
  • Formación complementaria: participación en cursos, seminarios, convenciones, demostraciones, torneos, etc.


Es importante recordar que la tabla anterior sólo es un referente que recoge unos requerimientos mínimos con carácter general y que no basta con disponer de unos conocimientos aproximados a este mínimo para reivindicar un derecho sobre un grado.



Desmitificar el grado


En la actualidad las viejas artes marciales, nacidas para la lucha a muerte, en buena medida se han despojado de su naturaleza beligerante, se han dulcificado orientándose hacia otros ámbitos, particularmente se han asimilado al deporte y cumplen sus mismas funciones: entretenimiento, relación social, catarsis, condición física, etc. Han ganado en plasticidad pero han perdido su esencia original, la búsqueda de la eficacia por encima de cualquier otra consideración.


En este contexto, considero necesario desmitificar el valor del grado. El dan viene a ser algo así como las medallas que se otorgan en ciertos ámbitos por los servicios prestados. Las Artes Marciales pueden ser muy útiles en un combate, pero no garantizan a nadie su invulnerabilidad en una situación defensa personal. El grado sólo representa el reconocimiento, por cualquiera de las vías posibles, de la progresión de una persona dentro de una disciplina o su dedicación a ella, sin que implique necesariamente la perfección técnica o artística. Aunque, en justicia, ineludiblemente debe reflejar maduración del budoka y ser la consecuencia de un proceso de evolución personal. Insisto, siempre en mi opinión, el grado no hace mejor al practicante, es el practicante el que dignifica y establece el nivel del rango, y lo hace en distintas esferas, como son: sus habilidades físicas, su personalidad, la profundidad de sus conocimientos, su entrega a la difusión del arte y la manifestación expresa de aquellos valores que atribuimos a un artista marcial.

Creo firmemente que lo deseable es que un alto grado haga gala de todos estos atributos, pero, según mi experiencia, lo admirable y raro es encontrar a alguien que integre en sí dos o más de ellos.