sábado, 15 de enero de 2011

La Educación en Valores a través de las Artes Marciales


Por Javier Fdez.-Bravo del Prado
Dtor. Técnico CD Shotokan
Maestro Especialista en Educación Física


Este artículo se compone de dos partes. En la primera analizo la problemática de la violencia juvenil y posibles causas. En la segunda realizo una propuesta de Educación en Valores basada en las Artes Marciales.


Introducción.


Ya antes de producirse los lamentables incidentes acaecidos recientemente en un municipio de Madrid y que fueron motivo de titulares en todos los medios informativos nacionales, uno de los temas más recurrentes en las tertulias de trabajo o en las reuniones de amigos y familiares era la violencia juvenil (y no tan juvenil) que con toda su crudeza se nos manifiesta cotidianamente.

No se trata de una discusión circunscrita a España, sino un fenómeno global que nos afecta y preocupa a todos y que ocupa parte destacada del debate social y político en la esfera internacional y a tenor de la cual cada día surgen propuestas para atajarla, pero que hasta el momento se han mostrado estériles.


La erradicación de este tipo de violencia no puede hacerse obviando las causas que la originan.


Durante años los expertos han venido señalando que la génesis de la violencia juvenil había que situarla, entre otros principales factores, en la desintegración y los conflictos familiares, el fracaso escolar, la marginalidad y la pobreza. No obstante, sin que estos postulados puedan ser radicalmente invalidados, hoy nadie sensato se atreve a mantener esta tesis como la explicación de esta conducta anti-social en nuestro contexto geográfico y político donde ha quedado demostrado sobradamente que la situación socio-económica, la titulación académica, no son determinante y que los actos de violencia son protagonizados tanto individuos de ambientes desestructurados y marginales como sujetos pertenecientes a las clases medias y altas.


Otro aspecto que tradicionalmente venía caracterizando estas manifestaciones era su frecuente vinculación al pandillerismo. Sin embargo, si bien los ataques en muchos casos se perpetran dentro del grupo, arropados por el anonimato de la masa y bajo la presunción de no ser reconocidos, como en el caso del vandalismo callejero o los enfrentamientos entre aficionados radicales en los estadios deportivos, sabemos que la violencia en grupo no es la única que debemos afrontar, también padecemos otra tipo de violencia individualizada, como las agresiones sexuales,  los malos tratos en el seno familiar, los asaltos y robos con víctimas agredidas.
 
Bret E. Ellis en su novela "American Psycho" (1991) retrata a un yuppie de Nueva York, Patrick Bateman, a finales de los ochenta. Graduado en Harvard, y miembro de la alta sociedad de Manhattan y de Wall Street, Patrick es un hombre que cuida su cuerpo y su aspecto, prestando una gran atención a los objetos, a las marcas, y al diseño. Pero detrás de esa apariencia, se esconde un desalmado psicópata asesino.













La violencia no es algo nuevo, ha existido siempre y ha acompañado al reino animal desde el surgimiento del mundo. Los animales siempre han luchado por el dominio de un territorio, la comida o una oportunidad para perpetuar la especie.
Escena de la película: "En Busca del Fuego" (1982)

Lo que ahora la hace singular y perturbadora es la gratuidad de la misma; que su uso no se justifique como medio para la consecución de un bien común mayor; la lucha colectiva por unos ideales. Debemos reconocer que lo que nos tiene perplejos es que, en su despropósito, muchos individuos han convertido la violencia física o verbal en un fin es si misma; algo vinculado a un estilo de vida que encuentra el paroxismo en el sufrimiento ajeno.

De forma mayoritaria, coincidimos en señalar que, aunque de naturaleza compleja, la violencia actual tiene su origen en una manifiesta pérdida de valores en nuestra sociedad. Pero, ¿qué son los valores?, ¿los valores son universales?, ¿son atemporales?, ¿hay valores absolutos y valores relativos?, si se pierden ¿quién es responsable?, ¿qué persona, grupo o institución tiene encomendada la salvaguarda, promoción y transmisión de los mismos?

El valor como concepto.

En el Diccionario de la Real Academia Española, vigésima segunda edición, podemos encontrar varias entradas para esta voz:
  • Cualidad que poseen algunas realidades, consideradas bienes, por lo cual son estimables.
  • Entereza de ánimo para cumplir los deberes de la ciudadanía, sin arredrarse por amenazas, peligros ni vejámenes.
Según Frondizi, "los valores son una cualidad "sui generis" de un objeto.  Los valores son agregados a las características físicas, tangibles del objeto; es decir, son atribuidos al objeto y por un individuo o un grupo social, modificando -a partir de esa atribución- su comportamiento y actitudes hacia el objeto en cuestión".
En el mismo sentido, Prieto Figueroa (1984) señala que "Todo valor supone la existencia de una cosa o persona que lo posee y de un sujeto que lo aprecia o descubre, pero no es ni lo uno ni lo otro. Los valores no tienen existencia real sino adheridos a los objetos que lo sostienen. Antes son meras posibilidades."

Por lo tanto, podemos colegir que, en esencia, un valor es algo abstracto, no tangible es si mismo y perteneciente al mundo de las ideas. Los valores son las cualidades que de un modo subjetivo categorizan al objeto al que se le atribuyen las mismas.


Tipos y Jerarquización de Valores:
Hasta no hace mucho tiempo,  cuando la escolarización se reducía a las clases sociales más favorecidas, el individuo adquiría los valores morales como el respeto, la tolerancia, la honestidad, la lealtad, el trabajo, la responsabilidad, etc. primordialmente en y por influjo de la familia.
http://terranoticias.terra.es/sociedad/articulo/joan_corbella_valores_sociedad_crisis_333241.htm


Existe valores de muy diversa índole: religiosos,  morales,  intelectuales, sociales y políticos,  vitales, materiales..., y estos pueden ser ordenados dentro de una jerarquía que muestra la mayor o menor calidad de dichos valores comparados entre sí, considerándose superiores e inferiores.
En un sentido moral, el valor es más importante y ocupa una categoría más elevada en la misma medida en que contribuya a perfeccionar al hombre, a hacerlo más humano. Desde esta perspectiva, tradicionalmente la Filosofía ha señalado como valores virtudes como la prudencia, justicia, fortaleza y templanza.



Fresco de Rafael representando las virtudes morales.
De izquierda a derecha: Fortaleza, Justicia y Templanza.


Sin embargo, las jerarquías de valores no son rígidas ni predeterminadas; están sometidas a las corrientes de pensamiento de cada época, varían de una cultura a otra y se van construyendo progresivamente a lo largo de la vida de cada persona.


Las virtudes éticas configuran la actitud moral del individuo. Los valores éticos no residen en las cosas sino en la voluntad, las intenciones y los propósitos de las personas y sus actos.
Las virtudes prácticas corresponden a la manifestación observable de la conducta, y sirven para vencer las contingencias y obstáculos de la vida: la Honradez, la Bondad, la Modestia, la Solidaridad, la Amistad, el Amor, el Respeto, el Honor..., todos ellas consideradas atributos de grado positivo de la condición humana.


La transmisión de Valores.


La personalidad humana solo puede ser plenamente desarrollada dentro de un contexto social. La educación es el procedimiento del que se vale la sociedad para lograr el desenvolvimiento de todas las potenciales del individuo. El proceso educativo tradicionalmente ha recaído sobre dos pilares: familia y escuela, agentes transmisores de la cultura, creencias y valores de esa sociedad, utilizando los medios y recursos disponibles en cada momento.
Platón, que hace sinónimos valor y ser, en La República, señala que La educación sería la actividad que pretende lograr la esencia del ser humano, que no es otra cosa que realización en él de una serie de valores o metas ideales.

En la Grecia clásica se educaba en las virtudes mediante los personajes ejemplares. En una sociedad donde apenas hay leyes escritas los deberes se transmiten de forma oral mediante modelos que encarnan esos valores. Esta forma de transmisión tradicional se perpetuó durante siglos como podemos encontrar en la literatura religiosa y épica.



Rodrigo Díaz, "El Cid Campeoador" modelo de caballero





Crisis de Valores.


Hay quien habla de "pérdida de valores", aunque personalmente me inclino más a pensar que se trata de un periodo de crisis de estos valores.


Según el psiquiatra Joan Corbellá: "Estamos en una sociedad de tránsito de valores, nuestros abuelos tenían sus valores y muy claros. Los valores han entrado en crisis pero no han sido sustituidos. El rol de la mujer ha cambiado y muchos hombres no han sabido digerirlo. Otro elemento es la competitividad y la incapacidad de haber digerido la gran capacidad de elementos que nos pueden distraer. Tenemos mucha cultura que digerir que ya no la gozamos. La comida de navidad es la que menos gozamos del año porque siempre comemos bien... Hemos perdido la ilusión. Queman los intereses".


Muchos de nosotros coincidiríamos en señalar que vivimos en una sociedad en la que olvidamos demasiado rápido las obligaciones y exigimos demasiado pronto los derechos; una sociedad en la que junto a familia y escuela han surgido otros agentes "formadores de la personalidad" basados en el desarrollo tecnológico: los vídeo-juegos, televisión e internet cuyo soporte los hace sumamente atractivos y acaban por ser el principal referente formativo de niños y jóvenes.

A poco que nos preocupemos por analizar los contenidos de estos medios podremos darnos cuenta de que se les transmite continuamente el mensaje de que el principal objetivo de nuestras acciones es alcanzar el éxito; ganar por cualquier medio; eliminar los obstáculos para alcanzar nuestros fines; el fin justifica los medios; por encima del "ser" está el "tener" y tener a cualquier precio, como premisa de triunfo, de prestigio social.
En la era del consumismo, los modelos clásicos han sido sustituidos por otros de "usar y tirar": los deportistas de relumbrón, los artistas, los "famosos"; personajes estos que alcanzan su popularidad merced a sus desmesurados sueldos, sus escándalos, su falta de escrúpulos... y porque copan buena parte de la cuota de pantalla en televisión o en la prensa escrita.

La cantante británica Amy Winehouse es solo un ejemplo de "triunfadora" cuya desorde-nada vida está muy lejos de ser un modelo de conducta para nadie.

La familia es el primer indicador de los cambios de toda índole experimentados por nuestra sociedad en las últimas décadas, y que han supuesto una reordenación de los roles tradicionales y mermado la capacidad de la familia para educar. Hemos desarrollado un espíritu consumista que equipara poder adquisitivo a calidad de vida y nos arrastra a la adquisición de nuevos y más sofisticados bienes materiales, por lo que dedicamos cada vez más tiempo a ganar dinero. No estamos en casa y necesitamos que alguien se ocupe del cuidado de nuestros hijos y ese alguien difícilmente puede ser el referente educativo necesario. Frecuentemente esta situación nos crea mala conciencia respecto a nuestra esposa/marido, hijos/as y lo espiamos poniéndole un parche al que eufemísticamente llamamos "tiempo de calidad" o comprándoles "caprichos".

Tradicionalmente, la escuela ha sido la institución a la que la sociedad ha encomendado la formación de las nuevas generaciones, a las que se debe traspasar el saber, la ciencia, el legado sociocultural de una civilización. Pero, paradójicamente, la propia sociedad se ha ocupado de desnaturalizar esta institución haciendo que pierda su genuino sentido educativo para convertirlas en recintos cuya función principal es custodiar y entretener a los niños y jóvenes el mayor número de horas posible, y que aprendan todo lo necesario sin esfuerzo, faltaría más. Ya se cuidarán maestros y profesores de poner más tarea de la que los padres consideren conveniente, evaluar de forma rigurosa o enmendar el mal comportamiento del alumno, no vaya a ser que se traumatice.


La pedagoga Victoria Camps señala que: "La Educación ha perdido el norte, ha caído en la indefinición y ha olvidado su objetivo fundamental: la formación de la personalidad. Una formación que corresponde, sobre todo, a la familia, pero también a la escuela, a los medios de comunicación, al espacio público en todas sus manifestaciones. Urge, por tanto, volver a valores como el respeto, la convivencia, el esfuerzo, la equidad o la utilización razonable de la libertad.

Es necesario recuperar el buen sentido de conceptos como autoridad, norma, esfuerzo, disciplina o tolerancia. Y, por encima de todo, hay que cambiar de perspectiva, eliminar tópicos y asumir que estos valores, estas actitudes, se pueden y deben enseñar. No podemos inhibirnos de la responsabilidad colectiva que supone educar. El futuro y el bienestar de la sociedad dependen de nuestro compromiso.


Como conclusión a esta primera parte del artículo, y a modo de reflexión, recurro al popular juez de menores de Granada, Emilio Calatayud, conocido por sus sentencias educativas y orientadoras, y su muy interesante...
"DECÁLOGO PARA FORMAR UN DELINCUENTE"

1: Comience desde la infancia dando a su hijo todo lo que pida. Así crecerá convencido de que el mundo entero le pertenece.
2: No se preocupe por su educación ética o espiritual. Espere a que alcance la mayoría de edad para que pueda decidir libremente.
3: Cuando diga palabrotas, ríaselas. Esto lo animará a hacer cosas más graciosas.
4: No le regañe ni le diga que está mal algo de lo que hace. Podría crearle complejos de culpabilidad.
5: Recoja todo lo que él deja tirado: libros, zapatos, ropa, juguetes. Así se acostumbrará a cargar la responsabilidad sobre los demás.
6: Déjele leer todo lo que caiga en sus manos. Cuide de que sus platos, cubiertos y vasos estén esterilizados, pero no de que su mente se llene de basura.
7: Riña a menudo con su cónyuge en presencia del niño, así a él no le dolerá demasiado el día en que la familia, quizá por su propia conducta, quede destrozada para siempre.
8: Dele todo el dinero que quiera gastar. No vaya a sospechar que para disponer del mismo es necesario trabajar.
9: Satisfaga todos sus deseos, apetitos, comodidades y placeres. El sacrificio y la austeridad podrían producirle frustraciones.
10: Póngase de su parte en cualquier conflicto que tenga con sus profesores y vecinos. Piense que todos ellos tienen prejuicios contra su hijo y que de verdad quieren fastidiarlo

La educación como trasmisión de valores

El modelo que se describe en el presente artículo refleja el proyecto formativo e ideario del Club Shotokan-Ciudad Real no siendo necesariamente extrapolable a otros centros o clubes de Artes Marciales
En la actual situación, nos sobran razones para reclamar la necesidad de promover un modelo educativo basado en el respeto a los Derechos Humanos y a los valores democráticos. Estas razones son índole diversa: educativas; sociológicas; éticas; cívicas; políticas y jurídicas. Por mi parte, me circunscribiré a las razones educativas y sociológicas.
Como señalé anteriormente, desde tiempos inmemoriales, la familia y la escuela han sido las instituciones ocupadas y preocupadas por la educación de los miembros más jóvenes de la sociedad que con el tiempo han de dar al relevo a las generaciones anteriores. Debemos tener presente que toda acción educativa se extiende tanto en la transferencia de saberes y conocimientos como en la transmisión de unas pautas morales y cívicas determinadas. Siendo la función formativa fundamental en las primeras etapas de la vida del ser humano para la configuración del pensamiento ético, queda claro el porqué los dirigentes políticos (de cualquier ideología) y religiosos (de cualquier confesión) siempre han reclamado e impuesto su estricto control sobre ambas instituciones, la familiar y la escuela.

Una sociedad como la nuestra: diversa y plural; con alta cotas de desarrollo y bienestar; donde los cambios se suceden con una velocidad vertiginosa, reclama medidas que permitan corregir los efectos de la problemática social que en buena medida se derivan de la crisis de valores, para afrontar los retos sociales del siglo XXI.
En este contexto, debemos preguntarnos que podemos hacer desde el mundo de las Artes Marciales para paliar las carencias actuales y colaborar en la formación cívica de los menores.

La actividad física educativa

Existe consenso en reconocer que las actividades físicas y en especial las que se realizan de forma grupal o colectiva son un medio eficaz para la educación de los niños y jóvenes.


La educación físico-deportiva facilita las relaciones grupales y ayuda a la integración y socialización del individuo, al exigirle el respeto a los demás y la aceptación de normas y reglas; demanda la participación activa y el desarrollo de estrategias cooperativas para la consecución de los objetivos comunes.


Toda actividad física que tenga un carácter estrictamente educativo debe: 
  • Ser sistemática, es decir, consecuencia de una planificación; intencional en sus propósitos; continua en el tiempo; sumadora de experiencias; evaluable en sus efectos.
  • Promover la participación por encima del resultado.
  • Inculcar el respeto a las normas y hacerlas cumplir.
  • Reconocer el esfuerzo personal como referente de mérito.
  • Presentar los logros obtenidos tanto fruto de nuestro propio esfuerzo como de la necesaria colaboración de cuantos facilitan las condiciones para que se alcancen: compañeros, familiares, profesores y entrenadores...
  • Ser integradora, desde el respeto y la valoración de la diversidad y las diferentes capacidades de los alumnos.
  • Dirigida por personal técnico cualificado.
  • Respetar al alumno, no transfiriéndole las inquietudes, frustraciones y anhelos propios de sus padres o del entrenador, especialmente en el plano de la competición.
El Pedagogo y Profesor Carlos Díez Hernando señala que: "La práctica y la organización de las actividades deportivas colectivas exige la integración en un proyecto común, y la aceptación de las diferencias y limitaciones de los participantes, siguiendo normas democráticas en la organización del grupo y asumiendo cada integrante sus propias responsabilidades. El cumplimiento de las normas y reglamentos que rigen las actividades deportivas colaboran en la aceptación de los códigos de conducta propios de una sociedad"


Desde esta perspectiva, podemos apuntar a que las Artes Marciales pueden ser un modelo de actividad físico-deportiva y que complementan y refuerzan los fines educativos escolares.


Función educativa de las Artes Marciales.
A la actividad físico-deportiva se le atribuye un carácter multifuncional ya que, como dice el profesor Cipriano Romero: "su práctica consigue agrupar fines e intenciones educativas muy diferentes entre sí pero que, en conjunto, atienden a las necesidades que surgen de la sociedad actual".
En nuestra entidad, cuando hablamos de niños y jóvenes, la función comunicativa y socializadora del deporte, en cuanto a su papel pedagógico cobra especial relevancia. En este sentido, no concebimos la práctica de las Artes Marciales como un objetivo en sí mismas, sino como un medio para participar en su proceso educativo, es decir, utilizarlas como instrumento que facilite el pleno desarrollo e integración social del niño. De forma más explicita, podemos señalar como fines de las Artes Marciales los siguientes:
  • Favorecer el conocimiento, percepción y funcionalidad del propio cuerpo.
  • Facilitar su expansión motora.
  • Compensar las necesidades de movimiento y liberar las tensiones emocionales del pequeño.
  • Optimizar el desarrollo de las capacidades motrices y habilidades perceptivas básicas.
  • Adquirir las habilidades y destrezas específicas.
  • Mejorar las cualidades físicas acordes a cada estadio evolutivo del niño.
  • Fomentar la sociabilidad del niño, promoviendo la comunicación y el establecimiento de relaciones grupales equilibradas.
  • Propiciar la expansión y el hedonismo.
  • Orientar los intereses de niños y jóvenes hacia conductas y hábitos positivos para la salud y el bienestar.Proporcionar las pautas de conducta y los recursos técnicos necesarios para la autoprotección y la seguridad personal.


Las Artes Marciales, por su propia naturaleza, promueven actitudes como: como el coraje y la valentía, el espíritu de lucha, el autocontrol, la tenacidad y la perseverancia, la honestidad en el esfuerzo, la cortesía, el respeto a uno mismo y a los demás, el acatamiento de las normas, el ánimo colaborativo y la subordinación de los intereses personales a los del grupo,
De estas actitudes se deriva el desarrollo de valores como: el respeto mutuo, la lealtad, el honor, la disciplina, la autosuperación y el esfuerzo personal, el compañerismo y la amistad...


La capacidad de las Artes Marciales para fomentar valores.


Los valores son adquiridos a través de los procesos de socialización y de transmisión entre los seres humanos. Estamos hablando, por consiguiente, de un proceso no espontáneo de enseñanza-aprendizaje basado en la relación maestro-alumno, y las condiciones contextuales en que se produce.


El papel del maestro: Desde el respeto a todas las disciplinas deportivas, yo considero que el maestro de Artes Marciales no es un entrenador deportivo común. Además de su autoridad como adulto y aptitud técnica, el "cinturón negro" y la aureola de misticismo que envuelve a las Artes Marciales le confieren un plus de "súper-capacitación". El maestro de Artes Marciales, para bien o para mal, suele ser idealizado y se convierte en modelo. Por esta razón, entre otras, el maestro o entrenador, debe ser consciente de lo que dice y coherente con lo que hace. Es incuestionable que además de transmitir técnica deportiva, el maestro transmite a sus alumnos unos valores y lo hace tanto por lo que dice como por lo que hace y cómo lo hace.


Por su parte el maestro ha de procurar:
  • La creación de un ambiente integrador que conjugue lo lúdico y recreativo con el aprendizaje técnico.
  • Estimular el esfuerzo como vía para el progreso
  • Que niño aprenda y haga aquello para lo que está capacitado.
  • Conjugar enseñanza y educación.
  • Mantener al alumno como sujeto activo de este proceso.

Importancia del contexto:


Por lo general, las artes marciales suele gozar de buena valoración social y están prestigiadas por la comunidad, entre otras causas, por su reconocida capacidad formativa. Lo que singulariza a una escuela de Artes Marciales respecto a la escuelas deportivas al uso, es que en ellas se prioriza el ámbito pedagógico sobre el competitivo. Se anteponen los intereses del menor a los resultados deportivos. Todos los niños son igualmente protagonistas y progresan de acuerdo a su capacitación técnica y esfuerzo personal.






Una escuela de Artes Marciales es un espacio singular en el que la actividad deportiva se desarrolla envuelta en una atmósfera de trabajo, disciplina y respeto que se refuerza mediante los rituales propios de las Artes Marciales: la figura del maestro, la jerarquía de grados, las relaciones entre nóveles y veteranos, el saludo, la vestimenta...


Desde tiempos inmemoriales el adiestramiento tradicional en las Artes Marciales ha llevado inherente la sujeción a un código de conducta, el "bushido" que tiene como máximas virtudes: el valor, el estoicismo, el honor y la lealtad.



Las Artes Marciales tradicionales incluyen el sufijo "do" al final del sustantivo (kendo, judo, aikido, karate-do). En japonés, "do" significa: la vía, el camino ¿Cómo se puede seguir esta vía? ¿Cómo encontrarla? Según Taisen Deshimaru, "No es sólo aprender una técnica, menos aún es una competicióna deportiva. En Budo (Artes Marciales) la idea no es el competir, sino encontrar paz y maestría dentro de uno mismo".


En este sentido, en Karate-Do encontramos unos preceptos (Dojo-Kun) que se repiten en cada clase como recordatorio de los propósitos del Centro:


FORMACIÓN DE LA PERSONALIDAD
RECTITUD
ESFUERZO Y CONSTANCIA
RESPETO
A LOS DEMÁS

CONTROL DE LA AGRESIVIDAD Y RECHAZO DE LA VIOLENCIA


La estricta observación de éstas y de otras normas finalmente calan en el alumno y se arraigan en él como valores que finalmente impregnan un estilo de vida caracterizado por:
  • La autoestima personal y la confianza en si mismo.
  • La exaltación de pautas de conducta saludables y el uso creativo y formativo del tiempo libre.
  • El espíritu cooperativo y solidario en un esfuerzo común.
  • La fuerza de voluntad y tenacidad en los propósitos.
  • El sentimiento de pertenencia y reconocimiento dentro del grupo. 
"El hombre, si no quiere dejar de ser hombre, debe alimentar valores, recuperar los perdidos o avizorar otros nuevos; debe buscar en los mismos hábitos de la sociedad cuanto de aprovechable y valorizador pueda sacar de ellos".

J.Mª Cagigal, ¡Oh deporte! (Anatomía de un gigante)



Bibliografía y Fuentes de Documentación:

  • Calatayud Emilio "Reflexiones de un Juez de Menores". Ediciones Dauro.
  • Camps, Victoria: "Creer en la Educación" Ediciones Península
  • Corbella, Joan: "Los valores de nuestra sociedad están en crisis" -
  • Romero Cerezo, Cipriano http://www.efdeportes.com/
  • Frondizi, Risieri. ¿Qué son los valores? Fondo de Cultura Económica (México), 1992.
  • Fernández-Bravo, Javier "Apuntes de Didáctica del Karate Infantil" FCMKyDA
  • Díez Hernando, Carlos Revista Avances en Supervisión Educativa http://adide.org/revista/index.